Con la toga y las metas trazadas

Por: Valery N. Pedraza González

No es mentira cuando dicen que la vida universitaria pasa volando. Parece que fue ayer cuando me gradué de escuela superior y hace unas semanas ya estaba completando la solicitud de graduación de la universidad.

La típica pregunta de “¿Cuándo te gradúas?, de pronto se convirtió en “¿Qué harás después? Siempre opto por decir que seguiré con estudios graduados pues, con eso, recibo una felicitación, pero la verdadera respuesta es: “No tengo idea”. Sí, estoy llena de orgullo, alegría y hasta paz, porque sé que cierro un capítulo importante, pero a la vez tengo mucho miedo y es que no hay un manual que diga que se supone que haga luego.

Lo propio sería comenzar a buscar trabajo, pero sabemos que este proceso no es tan fácil. La incertidumbre de saber si todo el esfuerzo de estos años valió la pena se apodera de mí, junto a la presión de sentir que se me puede ir el tren. El proceso de terminar estudios, aunque es uno de mucha satisfacción, también se presta para presionarme a mí misma, entre las metas que tengo y no saber cómo lograrlas. Muchas veces hasta me comparo con los demás, con sus procesos, sus éxitos, sus oportunidades y comienzo a subestimarme.

Comienzo a exigirme demasiado sin notar lo joven que soy y que aún queda mucho camino por delante. Estamos viviendo en una sociedad tan acelerada que uno siente a veces que no arranca. En momentos así he aprendido a ver hacia atrás, adonde estaba y adonde poco a poco he llegado. La vida está viendo todo el esfuerzo que he hecho y todos los sacrificios que he enfrentado; la recompensa llegará. Mientras tanto, me daré el mérito que merezco por lo que he logrado hasta aquí y celebraré mi graduación.

logo-vertical-gurabo.png