Por: Redacción de El Taíno
Su casa en medio del campus del hoy día Recinto de Gurabo, de la Universidad Ana G. Méndez (UAGM), era de puertas abiertas. Recibía y se preocupaba por todos los que eran parte de la familia de la institución educativa.
Así describe el profesor Edwin Calderón a doña Ana G. Méndez, a quien conoció en el 1983 cuando comenzó a trabajar en el entonces Colegio Universitario del Turabo, que luego se transformó a la Universidad del Turabo y hoy es el Recinto de Gurabo de la UAGM, entidad que ha formado profesionalmente a miles de jóvenes puertorriqueños, que han aportado a crear un mejor Puerto Rico.
La aportación de Doña Ana a la educación de los puertorriqueños comenzó en el 1941 cuando, junto a Alfredo Muñiz Souffront y Florencio Pagán Cruz, fundó la Puerto Rico High School of Commerce en Río Piedras. Este se transformó en el 1949 en el Puerto Rico Junior College, el cual ofrecía estudios universitarios a jóvenes que aspiraban a completar un grado en dos años. Luego se convirtió en el Sistema Universitario Ana G. Méndez, liderado por su hijo Dr. José Méndez González, y hoy es la Universidad Ana G. Méndez, presidida por José F. Méndez Méndez.
Calderón recuerda con mucho cariño una anécdota particular que, según menciona, lo marcó para siempre y que creó el interés de terminar sus estudios universitarios a nivel de bachillerato y luego continuar a nivel graduado para convertirse en doctor en Tecnología Instruccional en Educación a Distancia.
Todo comenzó con una visita a la residencia de doña Ana en los predios de Gurabo. Estaba en el segundo piso, donde la familia tenía una biblioteca personal, y un libro le llamó la atención “Las puertas de San Juan”. Doña Ana se percató inmediatamente, se la acercó y le regaló el libro, “el cual todavía conservo. Me motivó a conocer San Juan, su historia”.
Tras ese encuentro, retomó los estudios universitarios que había interrumpido años antes. Y nada lo detuvo, siguió estudiando hasta convertirse en doctor. La recuerda con carácter firme y, a su vez, accesible. “Como administradora tenía su carácter y a la misma vez era una persona muy consciente y, yo diría, como maternalista. Era estricta, pero también muy dada a ayudar a la gente. Yo puedo interpretar que al regalarme el libro lo hizo con la intención de que yo pudiera continuar mis estudios”, menciona Calderón.
El gesto de doña Ana lo motivó a culminar su bachillerato en Trabajo Social y luego continuar estudiando una Maestría en Administración en Asuntos Públicos, una segunda Maestría en Consejería Psicológica y un Doctorado en Tecnología Instruccional en Educación a Distancia.
Pero más allá de lo que significó para él, Calderón destaca lo que doña Ana representó para Puerto Rico. “Considero que fue una pionera en el campo de la educación privada en Puerto Rico. Fue quien creó un proyecto que le dio oportunidad de estudiar a estudiantes que posiblemente tuviesen bajo promedio… Creó un proyecto que catapultaba a los estudiantes a tener una carrera”, manifiesta.
“Era una visionaria al atender a una población que otras universidades no le daban atención. Es una pionera de la educación privada… eso es uno de los mayores éxitos de Ana G. Méndez, haber creado una institución de primera en el país”, añade el profesor.