Por: Joharys N. Pérez Resto
A los 16 años, sin saberlo, entré al mundo del cine por una puerta inesperada, una clase electiva de Teatro en escuela superior. Bajo la guía de mi maestra Iraida García, descubrí mi amor por la actuación, pero también algo más profundo, el deseo de contar historias.
Este año, como estudiante de Producción Fílmica en la Universidad Ana G Méndez, Recinto de Gurabo, el profesor Eduardo Rosado lanzó un reto para el Silent Fest 2025, crear un cortometraje silente en honor a los 135 años del cine mudo. Así nació “Lenguaje de Cartas”, una historia de amor donde las miradas y los silencios dicen más que las palabras. Quise explorar cómo, al soltar nuestros miedos, a veces encontramos justo lo que necesitábamos, aunque no lo buscábamos.
El proceso fue tan agotador como hermoso. Dormí poco durante esas dos semanas: escribiendo, creando personajes, organizando grabaciones, y buscando ayuda de mis compañeros Alexis Sierra, Génesis Reyes, Yadiel Martínez, Kevin Sierra y Yeisha Quiles. Lo más retante fue desarrollar cómo los personajes expresarían emociones sin palabras. Lo cual se logró mostrar de manera sublime.
También fue una batalla interna entre mis estudios universitarios, el cansancio emocional y la necesidad de mantener mi rutina; dudé de mí misma muchas veces. Irónicamente, siempre tengo clara la estructura de mis historias —inicio, clímax y final— pero lo difícil es construir la continuidad entre ellos.
“Lenguaje de cartas” no solo se quedó ahí, tuve la iniciativa de llevarlo a la cartelera de abril 2025 de Cine Más Corto.
Ver “Lenguaje de Cartas” representando el nombre de mi compañía audiovisual Bahari Films en pantalla grande, en un evento como Cine Más Corto, fue indescriptible. Sentí una corriente recorrer mi espalda para realizar que todo el esfuerzo valió la pena. Escuchar elogios de otros cineastas me llenó el alma y que mi proyecto fuese apreciado por una familia donde el papá es sordo fue más emotivo de lo que esperé.
Este proyecto me enseñó que necesito confiar más en mí. Aprendí que no puedo hacerlo todo sola y, que cuando confío en mi equipo y comparto mi visión, el resultado puede superar mis propias expectativas.
De esa primera clase de teatro hasta hoy, sigo creciendo. Porque cada historia, cada reto, cada corto me acerca más a la cineasta que quiero ser.
A quienes están comenzando este camino: no esperen sentirse listos. Empiecen. Láncense, aunque tengan dudas. El cine no nace de la certeza, sino del deseo profundo de contar algo que solo tú puedes decir.
