Por: Dra. Karla I. Pérez Maldonado
La vida se teje en silencio, hilo por hilo, con momentos que nos transforman sin pedir permiso. Mi viaje comenzó a tomar forma entre el 2008 y el 2013, cuando caminé por primera vez los pasillos de la Universidad del Turabo para estudiar Comunicaciones. No imaginaba entonces que ese lugar sería escenario de mis pruebas más duras y mis triunfos más grandes.
A los 21 años, mientras cursaba mi tercer año, me convertí en madre. Mi hija llegó como el regalo más poderoso: mi motor, mi razón y mi impulso. Durante esa misma etapa me diagnosticaron lupus, una condición autoinmune que afecta a miles de personas, pero cuya realidad sigue siendo poco comprendida. Sus síntomas, aunque profundos, suelen ser invisibles ante los ojos de los demás.
El último año de mi bachillerato fue una gran batalla. Me operaron a corazón abierto, sufrí trombosis, acumulé líquido en los pulmones y, por momentos, pensé que no lo lograría. Pero la vida me empujó hacia adelante. Mi hija no solo celebró conmigo mi grado de Bachillerato en Comunicaciones Generales (2013); también estuvo presente en mi graduación de Maestría en Relaciones Públicas (2018) y me acompañó en 2023 cuando defendí mi investigación doctoral para obtener un PhD en Estudios Culturales.
Una parte esencial de mi formación personal y profesional fue la universidad que elegí. Con orgullo puedo decir que soy producto de la Universidad Ana G. Méndez en su totalidad, y hoy soy profesora conferenciante en el Programa de Comunicaciones. Esta institución me vio crecer, y yo vi crecer algunos de sus árboles. Muchos de mis colegas actuales fueron mis profesores, mis mentores o mis guías en momentos cruciales. En mis clases vive un pedacito de cada docente que marcó mi camino. La UAGM fue más que una universidad: fue mi casa, mi taller y mi raíz. Allí crecí, aprendí, lloré, sané y descubrí mi vocación. Hoy, como docente, camino por los mismos pasillos donde alguna vez soñé con un futuro mejor.
Artes Liberales es una división académica que siempre me ha inspirado. Dondequiera que miro, veo respeto, conocimiento y compromiso. La vida, con su peculiar manera de sorprendernos, me convirtió en profesora en el mismo lugar que me formó.
El rol académico en la universidad es mucho más que impartir contenido. Es encender preguntas, cultivar sensibilidad y acompañar a quienes están construyendo sus propios caminos. Creo en esta generación valiente, crítica y diversa. Aspiro a que en mis clases encuentren un espacio seguro donde su voz sea escuchada, respetada y valorada.
Cada estudiante que hoy se sienta frente a mí carga también con historias que, a veces, nadie ve. Por favor no se rindan, vale la pena. Cierro con una cita de la película El último vagón, dirigida por Ernesto Contreras, que refleja exactamente lo que deseo transmitir: “Recuérdelo siempre. Mientras usted esté vivo, usted puede convertirse en lo que quiera. Y puede vivir en donde quiera. Usted que está vivo, escoja bien su vida. Elija bien lo que quiere. Para que sea feliz.”
